Norman Percevel Rockwell ( 1894 – 1978) fue un ilustrador, fotógrafo y pintor estadounidense célebre por sus imágenes costumbristas llenas de ironía y humor.
Su infancia fue feliz, viajando y pasando los veranos en Nueva Jersey junto con su familia. Desde pequeño dio muestras de un gran talento para el dibujo, comenzando con unos acorazados que gustaron mucho a los niños de su localidad. Alrededor de 1908 descubre que su verdadera vocación es, definitivamente, la ilustración, y por ello asiste todos los días desde ese año a las clases de arte de la Chase School en Manhattan.
En 1910, Rockwell se trasladó a la Liga de estudiantes de arte de Nueva York, donde aprendió anatomía e ilustración, perfeccionando sus conocimientos previos, con maestros como George Bridgman o Thomas Fogarty.
Sin embargo su carrera se verá para siempre inmortalizada por su empleo como ilustrador oficial del Saturday Evening Post, una revista de actualidad y sociedad; su primera portada data de 1916; Norman Rockwell trabajó para esta revista hasta 1963. Sus portadas, anuncios, folletos, tarjetas, ilustraciones y demás publicidad han sido repetidas e imitadas hasta la saciedad, símbolo del típico ilustrador virtuoso estadounidense: hizo publicidad para McDonald's o Coca-cola, cereales, chicles, neumáticos, etc.
Rockwell reconocía al también gran ilustrador Joseph Christian Leyendecker como influencia e inspiración y así lo menciona en su autobiografía My Adventures as an Illustrator (Mis aventuras como ilustrador). Rockwell fue también amigo personal de Leyendecker.
Las primeras obras de Norman Rockwell tienen un profundo sentido anecdótico; proliferan, durante principios de siglo y los primeros años veinte y treinta, las obras que representan a niños en diferentes actitudes, siempre enfatizando los detalles propios del carácter de los niños: corriendo, burlándose de otros, tomando el desayuno, yendo a la escuela, pescando o jugando al béisbol.
En torno a los años treinta y cuarenta, plasmó con exactitud el clima típicamente hollywoodiense del momento, prácticamente ajeno al clima apocalíptico de la Segunda Guerra Mundial, a la que, sin embargo, dedicó un cuadro de carácter publicitario pro-soldados americanos: "Démosle suficiente y a tiempo" (1942), haciendo así un llamamiento público para apoyar a los soldados.
Durante estos años, Rockwell también profundizó en un tipo de representaciones que cada vez ganaron mayor significación en su obra global, como los dedicados a la crítica social o a ensalzar ciertos valores o virtudes del pueblo norteamericano y de la raza humana en general.
De esta convulsa época destaca su serie de "Libertad", formada por cuatro cuadros: "Libertad de vivir sin penuria", de 1943, que representa a una familia reunida en torno a una mesa el día de Acción de Gracias, "Libertad de expresión", del mismo año, "Libertad de vivir sin miedo" y por último, "Libertad de culto", considerada por muchos su obra maestra, plena en emoción, detalles y solemnidad.
Ya en la década de los 50 y 60, Rockwell volvió a sus temas amables y tiernos, representando imágenes navideñas, familias reunidas, viajes familiares en automóvil, interiores de tiendas o barberías, heladerías con niños, e incluso hizo algunas obras repletas de ironía, como "El entendido", de 1962, donde representó a un hombre de espaldas observando con pose afectada un cuadro perteneciente al Expresionismo abstracto, propio de pintores como Pollock, por los que Rockwell se sentía atraído.
Fueron llegados ya los 60 y a principios de los 70, cuando Rockwell recuperó su punto mordaz y crítico con la sociedad: los cambios políticos que entonces sufrió Norteamérica, entre ellos los de la integración de los negros, la lacra del racismo y la investidura del presidente Kennedy, fueron tomados e interpretados por Rockwell, quien siempre abogó por la multiculturalidad, la integración y sobre todo, la defensa del débil y el apoyo a los negros perseguidos o insultados: de este período destacan obras impactantes como "El problema con el que convivimos todos", de 1964, donde representa con delicada intensidad a una niña negra que tiene que ir escoltada a la escuela, víctima de los insultos y agresiones de otros ciudadanos; o el magnífico lienzo "La regla de oro", de 1961, donde queda patente su pasión por la defensa de los derechos humanos, su religiosidad y su respeto a todas las razas.
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