Relatos Propios : Vejez

 


Sentado en un rincón, olvidado de esta sociedad. El sol quema mi piel arrugada, mientras mis manos ya agrietadas juegan con un chusco de pan. Ante mí, mis únicas amigas, aquellas que hace tiempo pensé que eran ratas aladas ahora son las que me hacen compañía. 

Nunca había imaginado que aquel seria mi final. Tantos años vividos para acabar abandonado en un banco de aquel parque iluminado que me parecía el rincón más oscuro que había visto jamás. Creía que lo había tenido todo, pero realmente no tenía nada. Trabajar para vivir eso me decía. Cuando llegara mi ocaso disfrutaría de los bienes acumulados, pero nunca había contado que mi cuerpo fallaría, que mis manos anquilosadas me impedirían escribir, que mi cabeza y mis recuerdos una nube de olvido se volvería. 

Los placeres tuve que olvidar o ellos me olvidaron a mí, pues todos aquello que quería en un soplo de aire volaron aun mundo lejano, al cual mis piernas ya viejas no pueden llegar. Vivimos más eso si, pero para que si la salud y el que nos tendría que cuidar nos deja olvidados, para que me sirve llegar a una elevada edad si luego nadie se hace cargo de mí, pues soy una carga para el mundo y ese mismo mundo no quiere saber nada de mí.

Trabaja me decían que luego recogerás los frutos del árbol pues de este caerán, lo que no me dijeron es que estos no caían por si solos y que yo tendría que alargar el brazo para cogerlos, pero como me pregunto si mi cuerpo ya no me responde, y mi mente tiene un camino y mi ser corporal otro.
Mi vida fue plena puedo asegurarlo, siempre tuve lo que quise aunque nunca llegue a disfrutarlo, pensando que habría un momento para ello.

Olvidado, triste y abandonado el sol calienta mi piel, mis manos dan comida al infinito y el murmullo de las palomas es la única música coral que oigo. Dejarme que me convierta en estatua, y que sea el símbolo en aquel lugar de los viejos abandonados, que soñaron que aquel no seria su triste final.







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