Miro a mi alrededor y todo lo que veo es hermoso y cautivador. Me pierdo entre sus imágenes como un niño que juega al escondite entre las nubes. Cuando miro el paisaje mis problemas desaparecen y me imagino que soy un ave que vuela entre sus rincones, es un momento pero es el instante más hermoso que mis ojos pueden retener y mi alma disfrutar. Cada mañana me levanto y lo observo, descubriendo un nuevo matiz que no había visto el día anterior, provocando en mí la sensación de que nunca podré acabarlo y que es imposible que me canse de verlo.
Esta mañana me he levantado pensando que nueva sensación tendría. Una niebla espesa lo cubría todo. No me alarme pues era normal, que en aquellas horas todo fuera tapado por una pequeña manta de nubes que al desaparecer me mostraba mi pequeño paisaje.
Cogí mi silla, encendí mi cigarro y me senté a esperar a que desapareciera, el tiempo transcurría y esta no desaparecía, más bien aumentaba la capa que cubría mi visión.
La niebla gris y suave se iba transformando en rojiza y molesta para mis ojos. Mi paisaje, aquel que me liberaba de mi monotonía estaba envuelto en llamas, no podía creerlo estaba viendo la destrucción de mis recuerdos, de mi libertad soñada. Tenía ganas de levantarme y coger un cubo para ayudar a pagarlo, pero el terror de su destrucción me paralizaba. Por mi cabeza paso el odio y la rabia, quería tener delante al cretino que había provocado aquellas llamas para decirle cuatro cosas, para cogerlo con mis manos y que apagara aquel fuego con su saliva insana. Mientras aquellas ideas de odio pasaban por mi cabeza recapacite, pues a lo mejor yo también era culpable, de haberlo observado y nunca haber hecho nada para conservarlo. Si hubiera cogido una azada y cortado las malas hierbas, seguro que el asesino de mi paisaje nunca hubiera encontrado material para hacer el fuego o por lo menos que se propagase. Me siento solo y apenado, mi alma se rompe y la oscuridad disfrazada de humo cubre mis ojos, lo cuales se llenan de lágrimas, no por pena, solo por ser un mero observador y no saber mantener mi hermoso y devastado paisaje.
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